Por aquí ando yo, más ocioso que un controlador aéreo, tirado en el sofá, viendo los Simpsons, trasteando con el teléfono móvil y más aburrido que Carmen Lomana en una exposición tecnológica.
Mañana me piro a Almería unos días a casa de una amiga, a la que por supuesto no tengo ninguna intención de violar (todo quede dicho), a ver si así desconecto un poquito más, que los últimos días he estado con la espalda hecha una mierda (y no precisamente por... eso) y encerrado en casa. Es decir, ya formo parte del estampado de la tela del sofá. A ver que tal por ahí, seguro me lo paso teta. Me apetece mucho verla a ella y a su hija, que además es mi ahijada. M. es una de las mejores personas que conozco y una tía con una fortaleza sobrehumana. Y quién sabe, a lo mejor me caen unas fotillos y todo, que para algo tengo una amiga fotógrafa, je je je.
Eso sí, pongo a mi mechero por testigo (y sino, ya habrán otros) que conduciré con cuidado y no haré ninguna pirula de las mías en el trayecto a Almería. Me explico:
Aquí, el señorito que escribe este blog y va a ganar el Pulitzer por él (risas risas risas) es un ser humano (a veces, en luna llena me transformo en una baticao) bastante cabal y equilibrado, pero cuando se sube a un coche transmuta en uno de esos transformers que van arrasando todo lo que se le pone por delante, sea donde sea. Y suerte he tenido de que nunca me haya pasado nada, porque ha habido alguna vez que la hostia que me he podido meter es de esas que terminas con un pie en el guardabarros y la cabeza a 500 metros, rollo Mister Potato, y eso no te deja precisamente con buen cuerpo.
Así que na, con cuidadín al volante, que no es plan de joder la vida de aquél que vaya en otro coche, en tuyo propio o dejar un paquete de tabaco huérfano, porque lo que es el blog....
Moody.
miércoles, 28 de julio de 2010
sábado, 24 de julio de 2010
De vuelta
Por aquí ando de nuevo, con una etapa cerrada y a punto de empezar una nueva.
El crucero de fin de carrera ha sido justo como me esperaba: un punto y final que me ha servido para desconectar completamente de todo.
Ahí atrás queda la etapa universitaria (aunque me quede sólo una asignatura para septiembre) y esos tres meses maravillosos con el que ha sido mi primer amor de verdad, y además correspondido.
El caso es que, aunque sí que le echo de menos, no lo hago tanto como pensaba que iba a ser. Será que era un tema que ya tenía completamente asumido y por eso lo estoy llevando con tanta serenidad.
El último día tuve un poco de todo, pasando por un cabreo monumental, estando a punto de mandarle a la mierda para siempre a tener justo lo que necesitaba para tener un final digno de una bonita historia con final abierto. Meexplicoquenosesisemeentiende:
El 11 se suponía que íbamos a pasar el día entero juntos. Él, yo y nadie más, o eso me prometió. Yo ya tenía la maleta cerrada desde pronto por la mañana y él tenía una comida de compromiso en casa de nosequién, pero que iba corriendo y volvía enseguida. A las 5 de la tarde todavía no había recibido ni un miserable mensaje, por lo que mi cabreo e indignación iba en aumento a cada segundo que pasaba. 2 semanas de viaje, 4 días en Madrid y se pira a Londres casi sin avisar para volver el 10 por la noche; así que sólo nos quedaría un día para estar juntos.
Límite: las 18:00 horas. Si para entonces no había tenido noticia alguna del mexicano, todo iba a terminar a mi manera, es decir, a las malas y sin explicación de por medio, que si quiero ser cabrón, lo puedo ser perfectamente. Y mucho.
A las 17:45, justo en el límite, me llama y me dice que vaya corriendo a su casa. Así que cojo mi maleta, tabaco, mechero y mi cabreo monumental y me voy para su casa. Y mientras tanto esperando que el cabreo no se midiese en kilos, porque sino a la hora de facturar iban a tener que fletar un avión para mi solito.
Llego allí, y yo era poco menos que un témpano de hielo.
- ¿Qué hora es, Moody?
- Las 7 y pico
- ¿¡¿¡¿Ya?!?!?! ¡Qué tarde!
- Ya ves, es lo que tiene...
- Te noto raro
- Tengo mucho calor
- Te quiero...
- (me enciendo un cigarro)
- Pues en Londres he hecho tal tal y tal
- Me voy a por un vaso de agua
Y así hasta que involuntariamente lo arregló y vi que, aunque no había cumplido con lo prometido, sí que me consideraba alguien muy importante para él y que sin quererlo seguía tocándole el corazón.
Y así pasaron las horas, y mientras más tranquilo estaba yo, más rayado estaba él. Algo quería decirme, pero que no se atrevía a hacerlo. Porque "no quería ponerse a llorar" decía, "nunca he estado con nadie como estoy contigo", me dijo sólamente. Aunque alguna lagrimilla se le escapó cuando estábamos en el salón "¿verdad que vamos a seguir en contacto?", o en su cuarto "por favor, no insistas, no quiero hablar", o luego en la ducha "dime que nos volveremos a ver".
Y a las 4'30 a.m. ahí estaba mi buena amiga T. esperándome en el portal para llevarme al aeropuerto.
"Hasta luego".
Y aquí es donde termina lo que es la primera parte de toda esta historia, que aunque no es el fin, puede que no haya un segundo volumen..¿o sí? Tiempo al tiempo, que el destino hace cosas muy extrañas.
Mi "querida" mosca cojonera Murphy, ese hijoputa que siempre me acompaña se ha equivocado esta vez, porque no todo lo que mal empieza, mal acaba. La despedida no empezó bien, pero acabó mejor.
Una despedida casi perfecta para una historia casi perfecta.
Y la perfección, queramos o no queramos, es un auténtico coñazo.
Moody.
El crucero de fin de carrera ha sido justo como me esperaba: un punto y final que me ha servido para desconectar completamente de todo.
Ahí atrás queda la etapa universitaria (aunque me quede sólo una asignatura para septiembre) y esos tres meses maravillosos con el que ha sido mi primer amor de verdad, y además correspondido.
El caso es que, aunque sí que le echo de menos, no lo hago tanto como pensaba que iba a ser. Será que era un tema que ya tenía completamente asumido y por eso lo estoy llevando con tanta serenidad.
El último día tuve un poco de todo, pasando por un cabreo monumental, estando a punto de mandarle a la mierda para siempre a tener justo lo que necesitaba para tener un final digno de una bonita historia con final abierto. Meexplicoquenosesisemeentiende:
El 11 se suponía que íbamos a pasar el día entero juntos. Él, yo y nadie más, o eso me prometió. Yo ya tenía la maleta cerrada desde pronto por la mañana y él tenía una comida de compromiso en casa de nosequién, pero que iba corriendo y volvía enseguida. A las 5 de la tarde todavía no había recibido ni un miserable mensaje, por lo que mi cabreo e indignación iba en aumento a cada segundo que pasaba. 2 semanas de viaje, 4 días en Madrid y se pira a Londres casi sin avisar para volver el 10 por la noche; así que sólo nos quedaría un día para estar juntos.
Límite: las 18:00 horas. Si para entonces no había tenido noticia alguna del mexicano, todo iba a terminar a mi manera, es decir, a las malas y sin explicación de por medio, que si quiero ser cabrón, lo puedo ser perfectamente. Y mucho.
A las 17:45, justo en el límite, me llama y me dice que vaya corriendo a su casa. Así que cojo mi maleta, tabaco, mechero y mi cabreo monumental y me voy para su casa. Y mientras tanto esperando que el cabreo no se midiese en kilos, porque sino a la hora de facturar iban a tener que fletar un avión para mi solito.
Llego allí, y yo era poco menos que un témpano de hielo.
- ¿Qué hora es, Moody?
- Las 7 y pico
- ¿¡¿¡¿Ya?!?!?! ¡Qué tarde!
- Ya ves, es lo que tiene...
- Te noto raro
- Tengo mucho calor
- Te quiero...
- (me enciendo un cigarro)
- Pues en Londres he hecho tal tal y tal
- Me voy a por un vaso de agua
Y así hasta que involuntariamente lo arregló y vi que, aunque no había cumplido con lo prometido, sí que me consideraba alguien muy importante para él y que sin quererlo seguía tocándole el corazón.
Y así pasaron las horas, y mientras más tranquilo estaba yo, más rayado estaba él. Algo quería decirme, pero que no se atrevía a hacerlo. Porque "no quería ponerse a llorar" decía, "nunca he estado con nadie como estoy contigo", me dijo sólamente. Aunque alguna lagrimilla se le escapó cuando estábamos en el salón "¿verdad que vamos a seguir en contacto?", o en su cuarto "por favor, no insistas, no quiero hablar", o luego en la ducha "dime que nos volveremos a ver".
Y a las 4'30 a.m. ahí estaba mi buena amiga T. esperándome en el portal para llevarme al aeropuerto.
"Hasta luego".
Y aquí es donde termina lo que es la primera parte de toda esta historia, que aunque no es el fin, puede que no haya un segundo volumen..¿o sí? Tiempo al tiempo, que el destino hace cosas muy extrañas.
Mi "querida" mosca cojonera Murphy, ese hijoputa que siempre me acompaña se ha equivocado esta vez, porque no todo lo que mal empieza, mal acaba. La despedida no empezó bien, pero acabó mejor.
Una despedida casi perfecta para una historia casi perfecta.
Y la perfección, queramos o no queramos, es un auténtico coñazo.
Moody.
domingo, 11 de julio de 2010
Ya no queda ná
A puntito estoy de terminar todo esto. Hoy es el último día que me queda con el mexicano,y ni siquiera va a ser entero. Otra razón más que me va a hacer todo un poquito más fácil.
Y mañana a Grecia, un crucero de una semana. Tengo ganas, muchas ganas, no por el viaje en sí, sino porque me va a servir para olvidar (o sobrellevar, como un calmante) y cerrar otro círculo de mi vida.
El otro día hablando con mi amigo E., me dijo que este último año he tenido mi propia explosión personal, es decir, ha sido una de "aquí estoy yo, ésta es mi vida y la voy a llevar como yo quiera".
Supongo que cuando empecé a perpetrar este blog ya estaba a mitad de camino de esta explosión personal, y todo este montón de posts absurdos me han servido como una especie de "vía de escape" para no reventar por dentro. Que sí, que me consideran una persona muy, muy fuerte, pero este último año ha sido particularmente intenso, en especial los últimos 3 meses.
Supongo que siempre he sido fuerte, y ahora lo se. He pasado por algunas cosas en mi vida sólo, o prácticamente sólo, porque si lo conseguía, podía conseguir cualquier cosa. Y así ha sido.
Desde los 17 años que me pasó algo, que nunca pienso contar porque hice un trato conmigo mismo de salir de ello yo sólo. Mi gran secreto. Hace unos años, cuando en mi casa las cosas se pusieron muy mal, todo con lo que me identificaba se vino abajo, y que se juntó con problemas en la universidad, y para colmo, perdí mucho, mucho peso (supongo que cualquiera se puede imainar a qué me refiero).
Y de todo ello he salido. A cada hostia, me he levantado más fuerte.
La vida, sí, vale, no es un camino de rosas. Pero todos esos inconvientes no nos hacen otra cosa más que avanzar y aprender, del mundo, de la gente, y sobre todo de nosotros mismos. Los problemas no son una mierda que nos jode la vida, estorban sí, pero hay que mirar lo que hay detrás de ellos. Son retos personales que tienen el objetivo de encontrar el equilibrio mental y emocional. Su superación nos hace tomar el control de nuestras vidas y nuestra mente. Su superación nos libera de cadenas que nos estrangulan. Y por qué no, nos hacen estar un poquito más cerca de la felicidad.
Y sí, sigo triste y jodido. Pero de ésta también salgo.
Moody.
Y mañana a Grecia, un crucero de una semana. Tengo ganas, muchas ganas, no por el viaje en sí, sino porque me va a servir para olvidar (o sobrellevar, como un calmante) y cerrar otro círculo de mi vida.
El otro día hablando con mi amigo E., me dijo que este último año he tenido mi propia explosión personal, es decir, ha sido una de "aquí estoy yo, ésta es mi vida y la voy a llevar como yo quiera".
Supongo que cuando empecé a perpetrar este blog ya estaba a mitad de camino de esta explosión personal, y todo este montón de posts absurdos me han servido como una especie de "vía de escape" para no reventar por dentro. Que sí, que me consideran una persona muy, muy fuerte, pero este último año ha sido particularmente intenso, en especial los últimos 3 meses.
Supongo que siempre he sido fuerte, y ahora lo se. He pasado por algunas cosas en mi vida sólo, o prácticamente sólo, porque si lo conseguía, podía conseguir cualquier cosa. Y así ha sido.
Desde los 17 años que me pasó algo, que nunca pienso contar porque hice un trato conmigo mismo de salir de ello yo sólo. Mi gran secreto. Hace unos años, cuando en mi casa las cosas se pusieron muy mal, todo con lo que me identificaba se vino abajo, y que se juntó con problemas en la universidad, y para colmo, perdí mucho, mucho peso (supongo que cualquiera se puede imainar a qué me refiero).
Y de todo ello he salido. A cada hostia, me he levantado más fuerte.
La vida, sí, vale, no es un camino de rosas. Pero todos esos inconvientes no nos hacen otra cosa más que avanzar y aprender, del mundo, de la gente, y sobre todo de nosotros mismos. Los problemas no son una mierda que nos jode la vida, estorban sí, pero hay que mirar lo que hay detrás de ellos. Son retos personales que tienen el objetivo de encontrar el equilibrio mental y emocional. Su superación nos hace tomar el control de nuestras vidas y nuestra mente. Su superación nos libera de cadenas que nos estrangulan. Y por qué no, nos hacen estar un poquito más cerca de la felicidad.
Y sí, sigo triste y jodido. Pero de ésta también salgo.
Moody.
jueves, 8 de julio de 2010
Esto me sabe a poco...
Básicamente, yo ya no tengo novio.
Han sido 3 meses fantásticos, y en eso se va a quedar.
Le pedí que no se fuera a Londres, y se acaba de ir, es más, acabo de dejarle en el aeropuerto. Vuelve el 10. El 12 me voy yo de viaje y ya no le vuelvo a ver.
Sólo nos queda un día.
Me dijo que cuando volviese a México, no quería comprometerse conmigo, por mucho que me quería. Que era una decisión que le había costado mucho tomar, y que prefería que quedase en esto, pero que sería algo que no estaría acabado. Poder volver a vernos la próxima vez y recuperar lo que tenemos, o teníamos aquí. Que no me quiere perder. Nunca. Y que yo no le iba a perder jamás. Le dije que sí, que era muy bonito, pero que esto se podría enfriar.
Estos días he hecho un gran esfuerzo por tragarme el orgullo, un esfuerzo enorme para mí y así aprovechar el poco tiempo que nos queda.
Ni siquiera me ha dicho que me fuese con el a Londres, se va sólamente él, sin nadie.
Ni siquiera estamos los 2 a solas.
Ni siquiera pasamos suficiente tiempo juntos.
Ni siquiera hemos hecho el amor.
Esto me está sabiendo a poco, muy poco...
Necesito algo más, no es suficiente para mi.
Y yo ya me estoy empezando a enfriar. Por mucho que me diga que me quiere.
Moody.
Han sido 3 meses fantásticos, y en eso se va a quedar.
Le pedí que no se fuera a Londres, y se acaba de ir, es más, acabo de dejarle en el aeropuerto. Vuelve el 10. El 12 me voy yo de viaje y ya no le vuelvo a ver.
Sólo nos queda un día.
Me dijo que cuando volviese a México, no quería comprometerse conmigo, por mucho que me quería. Que era una decisión que le había costado mucho tomar, y que prefería que quedase en esto, pero que sería algo que no estaría acabado. Poder volver a vernos la próxima vez y recuperar lo que tenemos, o teníamos aquí. Que no me quiere perder. Nunca. Y que yo no le iba a perder jamás. Le dije que sí, que era muy bonito, pero que esto se podría enfriar.
Estos días he hecho un gran esfuerzo por tragarme el orgullo, un esfuerzo enorme para mí y así aprovechar el poco tiempo que nos queda.
Ni siquiera me ha dicho que me fuese con el a Londres, se va sólamente él, sin nadie.
Ni siquiera estamos los 2 a solas.
Ni siquiera pasamos suficiente tiempo juntos.
Ni siquiera hemos hecho el amor.
Esto me está sabiendo a poco, muy poco...
Necesito algo más, no es suficiente para mi.
Y yo ya me estoy empezando a enfriar. Por mucho que me diga que me quiere.
Moody.
miércoles, 7 de julio de 2010
Los cuentos de hadas no son sólo cuentos de hadas
Estaba una sirena sentada en una roca en medio del mar. Las olas sacudían su cola de pez y la espuma peinaba su cabello. Sentada en su piedra de madreperla ella pensaba, pensaba solitaria su soledad en el inmenso mar en el que vivía repleto de todo tipo de peces. ¿Por qué se sentía tan sola? Ella sólo pensaba en todo y en nada, y cantaba canciones inventadas mientras miraba el horizonte y esperaba que la Luna llena volviese a ondear en la superficie del mar. Tras muchos años esperando esa luz de luna, la sirena melancólica decidió ir a la orilla del mar, donde la arena acariciase su gran aleta y las algas vistiesen su cuerpo mitad humano. Quizás allí, en el límite del mundo de su existencia, a la sombra de las palmeras, donde ningún otro pez la viese, podría ver mejor el horizonte en busca de aquéllo que tanto anhelaba.
Y allí, la sirena melancólica posó su cola repleta de escamas, cantando canciones que desconocía y mirando al infinito, esperando a ver la Luna llena al otro lado del fondo mar durante años, cantando y cantando melodías que no exisitían.
Un día, la sirena giró su cabeza al otro lado del horizonte, y allí la vió, grande y resplandeciente la luz blanca. No se lo podía creer, después de tanto tiempo esperando había llegado la Luna llena iluminando un pequeño trozo de mar donde nunca había estado. Su corazón latía frenéticamente, le decía que fuese allí en cuanto antes. No podía esperar. Era algo irraconal, sabía que era peligroso para ella, porque desconocía aquél lugar, pero había estado esperando demasiado tiempo como para no ir. Necesitaba descubrir qué había allí, sino se habría arrepentido.
Finalmente, decidió arriesgarse y echarse al mar, nadando tan rápido hacia la Luna llena que bailaba en el mar que sintió vértigo. Pronto se encontró nadando en medio de la Luna, estaba feliz por haber llegado hasta allí, aunque aún sentía que le faltaba algo, no estaba satisfecha, quería más. Quizá, bajo esa luz había un mundo diferente, un gran tesoro donde encontrar eso cuya falta le hacía incompleta. Sabía que no eran collares de perlas ni tocados de estrellas de mar, eso sólo serían adornos sin ningún valor que la harían más bonita. Era algo diferente, único e irrepetible.
Tomó una gran bocanada de aire y se zambulló en el agua, aunque pronto se dio cuenta de que aquéllo era una tontería. Ella podía respirar el agua salada del mar, siempre había estado allí.
Mientras se hundía en las profundidades del mar, más y más rapido, la blanca luz de Luna la acompañaba, y tocó fondo. Dió una vuelta sobre sí misma y no vió nada, pero la segunda vez divisó, no muy lejos, algo parecido a lo que era un barco hundido. ¿Qué habría dentro de aquél barco hundido? ¿Sería su tesoro?
La sirena se adentró en el barco hundido. Su corazón latía con fuerza, tenía un sentimiento, un presentimiento... Un presentimiento que duró poco. Allí sólo había algas y arena. La sirena melancólica, estaba desilusionada. Había pensado que allí podría encontrar ese algo que necesitaba, que le faltaba, y se dispuso a salir del barco, cantando canciones que desconocía.
Justo antes de salir por la cubierta, apareció un pez, un pequeño pez dorado que la miraba inquieto, como si quisiera algo con ella. El pez, tímido, se acercó a ella y dió un par de vueltas alrededor de su cola plateada plagada de escamas. A la sirena melancólica le hizo gracia, le dedicó una sonrisa de grandes dientes blancos de Luna llena y se marchó susurrando melancólicas melodías que no existían.
Volvió a su roca de madreperla a seguir pensando en todo y en nada, en lo sola que estaba, cantando y cantando sin parar bajo las estrellas y la gran Luna llena. Y allí se quedó, día tras día observando el reflejo de luna ondeando en el mar. Tantos años esperándola y de repnte había aparecido, y allí seguía, inmóvil sobre una fina capa de agua sin ganas de querer marcharse. ¿Por qué seguía allí la Luna? No lo sabía, pero su corazón parecía decirle algo. De repente se acordó de aquél gracioso pez dorado, quizá volviese a ver si estaba allí, al fin y al cabo sólo él parecía haberle dado algo que nunca nada antes había conseguido: una pequeña sonrisa.
Y un día, la sirena decidió volver a aquel lugar, sin ninguna esperanza más que pasar un poco de su inmortal tiempo con ese pez que tan poco le había llamado la atención. Y cantando, nadó silenciosamente hacia la Luna llena y se sumergió una vez más en las profundidades del mar. Y allí estaba el pez dorado que tan incómodamente la había estado observando semanas atrás, y fue hacia él. La luz de Luna la acompañaba a través de la absoluta oscuridad, mientras nadaba hacia ese pez que sólo parecía mirarla. Se posó lentamente sobre la arena gris del fondo del mar y el pez se le acercó, y se acercó tanto que la Luna le iluminó y la sirena se dio cuenta de algo sorprendente: ese pez tenía un color muy especial, brillaba intensamente como nunca había visto antes. Brillaba desde dentro, era un pez único, lleno de sabiduría y corazón, un corazón tan grande que eclipsaba la luz de Luna. La sirena melancólica, de repente, tuvo una sensación que nunca antes había tenido. Su corazón latía de forma diferente, pero ella estaba muy tranquila, era una sirena tan serena como la superficie de un mar abierto.
A partir de entonces, la sirena no era una sirena melancólica, era una sirena feliz. Iba todos los días a ver a ese pez dorado, tan gracioso y tan especial, tan lleno de cosas buenas... Y de repente. un día ese pez, entre burbujas le regaló su corazón marino, un corazón tan limpio y transparente que no se lo podía creer. Ese era el tesoro que tan ansiadamente le indicó la Luna durante todo ese tiempo, y ese tesoro le hizo feliz. Ahora ya no era una sirena melancólica, era feliz.
Pero llegó el cambio de estación y las corrientes del mar cambiaron. La sirena feliz ya sabía que era algo inevitable. Y el pez dorado un día se marchó, dejándole como recuerdo un trocito de su corazón.
La sirena ya no es feliz, es una sirena solitaria otra vez, y triste, muy triste con la esperanza de volver a ver a ese hermoso pez que aunque le quitó el corazón, si le regaló un poquito de él. No todo se ha acabado, todo está en suspendido flotando entre la superficie y el fondo del mar, esperando volver a encontrarse y recuperar eso tan especial que el pez dorado prometió devolverle. Y la Luna llena despareció en el horizonte.
Ahora la sirena triste canta melodías que sólo ella conoce, vagando por los mares esperando el momento en el que la promesa se cumpla y vuelvan a encontrarse y poder recuperar aquéllo que fue tan especial. Pero el fondo del mar está muy frío y podría terminar enfriando por dentro a la sirena triste.
Y mientras tanto, la sirena sigue cantando esas canciones que ahora le resultan extrañas en ocasiones, pensando en todo y en nada al mismo tiempo y esperando a que vuelva la luz de Luna llena a lo más profundo de su mar.
Aunque cursi, en el fondo Moody tiene su corazoncito que no sabe expresar de otra forma lo que ha vivido estos 3 meses, porque así ha sido: un cuento de hadas.
Moody.
Y allí, la sirena melancólica posó su cola repleta de escamas, cantando canciones que desconocía y mirando al infinito, esperando a ver la Luna llena al otro lado del fondo mar durante años, cantando y cantando melodías que no exisitían.
Un día, la sirena giró su cabeza al otro lado del horizonte, y allí la vió, grande y resplandeciente la luz blanca. No se lo podía creer, después de tanto tiempo esperando había llegado la Luna llena iluminando un pequeño trozo de mar donde nunca había estado. Su corazón latía frenéticamente, le decía que fuese allí en cuanto antes. No podía esperar. Era algo irraconal, sabía que era peligroso para ella, porque desconocía aquél lugar, pero había estado esperando demasiado tiempo como para no ir. Necesitaba descubrir qué había allí, sino se habría arrepentido.
Finalmente, decidió arriesgarse y echarse al mar, nadando tan rápido hacia la Luna llena que bailaba en el mar que sintió vértigo. Pronto se encontró nadando en medio de la Luna, estaba feliz por haber llegado hasta allí, aunque aún sentía que le faltaba algo, no estaba satisfecha, quería más. Quizá, bajo esa luz había un mundo diferente, un gran tesoro donde encontrar eso cuya falta le hacía incompleta. Sabía que no eran collares de perlas ni tocados de estrellas de mar, eso sólo serían adornos sin ningún valor que la harían más bonita. Era algo diferente, único e irrepetible.
Tomó una gran bocanada de aire y se zambulló en el agua, aunque pronto se dio cuenta de que aquéllo era una tontería. Ella podía respirar el agua salada del mar, siempre había estado allí.
Mientras se hundía en las profundidades del mar, más y más rapido, la blanca luz de Luna la acompañaba, y tocó fondo. Dió una vuelta sobre sí misma y no vió nada, pero la segunda vez divisó, no muy lejos, algo parecido a lo que era un barco hundido. ¿Qué habría dentro de aquél barco hundido? ¿Sería su tesoro?
La sirena se adentró en el barco hundido. Su corazón latía con fuerza, tenía un sentimiento, un presentimiento... Un presentimiento que duró poco. Allí sólo había algas y arena. La sirena melancólica, estaba desilusionada. Había pensado que allí podría encontrar ese algo que necesitaba, que le faltaba, y se dispuso a salir del barco, cantando canciones que desconocía.
Justo antes de salir por la cubierta, apareció un pez, un pequeño pez dorado que la miraba inquieto, como si quisiera algo con ella. El pez, tímido, se acercó a ella y dió un par de vueltas alrededor de su cola plateada plagada de escamas. A la sirena melancólica le hizo gracia, le dedicó una sonrisa de grandes dientes blancos de Luna llena y se marchó susurrando melancólicas melodías que no existían.
Volvió a su roca de madreperla a seguir pensando en todo y en nada, en lo sola que estaba, cantando y cantando sin parar bajo las estrellas y la gran Luna llena. Y allí se quedó, día tras día observando el reflejo de luna ondeando en el mar. Tantos años esperándola y de repnte había aparecido, y allí seguía, inmóvil sobre una fina capa de agua sin ganas de querer marcharse. ¿Por qué seguía allí la Luna? No lo sabía, pero su corazón parecía decirle algo. De repente se acordó de aquél gracioso pez dorado, quizá volviese a ver si estaba allí, al fin y al cabo sólo él parecía haberle dado algo que nunca nada antes había conseguido: una pequeña sonrisa.
Y un día, la sirena decidió volver a aquel lugar, sin ninguna esperanza más que pasar un poco de su inmortal tiempo con ese pez que tan poco le había llamado la atención. Y cantando, nadó silenciosamente hacia la Luna llena y se sumergió una vez más en las profundidades del mar. Y allí estaba el pez dorado que tan incómodamente la había estado observando semanas atrás, y fue hacia él. La luz de Luna la acompañaba a través de la absoluta oscuridad, mientras nadaba hacia ese pez que sólo parecía mirarla. Se posó lentamente sobre la arena gris del fondo del mar y el pez se le acercó, y se acercó tanto que la Luna le iluminó y la sirena se dio cuenta de algo sorprendente: ese pez tenía un color muy especial, brillaba intensamente como nunca había visto antes. Brillaba desde dentro, era un pez único, lleno de sabiduría y corazón, un corazón tan grande que eclipsaba la luz de Luna. La sirena melancólica, de repente, tuvo una sensación que nunca antes había tenido. Su corazón latía de forma diferente, pero ella estaba muy tranquila, era una sirena tan serena como la superficie de un mar abierto.
A partir de entonces, la sirena no era una sirena melancólica, era una sirena feliz. Iba todos los días a ver a ese pez dorado, tan gracioso y tan especial, tan lleno de cosas buenas... Y de repente. un día ese pez, entre burbujas le regaló su corazón marino, un corazón tan limpio y transparente que no se lo podía creer. Ese era el tesoro que tan ansiadamente le indicó la Luna durante todo ese tiempo, y ese tesoro le hizo feliz. Ahora ya no era una sirena melancólica, era feliz.
Pero llegó el cambio de estación y las corrientes del mar cambiaron. La sirena feliz ya sabía que era algo inevitable. Y el pez dorado un día se marchó, dejándole como recuerdo un trocito de su corazón.
La sirena ya no es feliz, es una sirena solitaria otra vez, y triste, muy triste con la esperanza de volver a ver a ese hermoso pez que aunque le quitó el corazón, si le regaló un poquito de él. No todo se ha acabado, todo está en suspendido flotando entre la superficie y el fondo del mar, esperando volver a encontrarse y recuperar eso tan especial que el pez dorado prometió devolverle. Y la Luna llena despareció en el horizonte.
Ahora la sirena triste canta melodías que sólo ella conoce, vagando por los mares esperando el momento en el que la promesa se cumpla y vuelvan a encontrarse y poder recuperar aquéllo que fue tan especial. Pero el fondo del mar está muy frío y podría terminar enfriando por dentro a la sirena triste.
Y mientras tanto, la sirena sigue cantando esas canciones que ahora le resultan extrañas en ocasiones, pensando en todo y en nada al mismo tiempo y esperando a que vuelva la luz de Luna llena a lo más profundo de su mar.
Aunque cursi, en el fondo Moody tiene su corazoncito que no sabe expresar de otra forma lo que ha vivido estos 3 meses, porque así ha sido: un cuento de hadas.
Moody.
lunes, 5 de julio de 2010
Y ahora qué
En fin, que no se si es por los biorritmos o porque las cosas me van, o bien, o mal, casi sin ningún tipo de excepción.
Durante toda mi vida he sido el niño mono de los ojos bonitos del que todo el mundo siempre esperaba algo y estaba sometido a complacer al resto del mundo. Niño bonito, niño pijito, niño listo. Niño siempre al servicio de los demás.
El caso esque por esa misma razón nunca he tenido una buena relación con mi familia. En mi casa las cosas se hacen como se supone que deberían hacerse, y todo el mundo tiene que ser lo que se supone debe ser, haciendo feliz a los demás antes que a uno mismo. Y por ello tengo esa sensación de desapego hacia mis padres e incluso mi hermana. Yo siempre he sido alguien diferente, me gusta hacer las cosas a mi manera, porque se que no soy tonto, soy consecuente con lo que hago, y lo que hago no hace mal a nadie. No soy lo que se esperaba que fuese. No encajo y punto.
Por eso mi gran apoyo siempre han sido mis bueno amigos antes que cualquier otra cosa, porque los amigos no juzgan, los amigos apoyan y están ahí para lo bueno y lo malo. No te dicen quién tienes que ser, sino que potencian tu personalidad, y están ahí para aconsejar y ayudar, no para imponer y restringirte. Yo ya estoy cansado, necesito hacer mi vida sin tener que estar sometido a un juez, que aunque no lo exprese, me va a estar juzgando silenciosamente. Estoy harto de que la gente intente que sea lo qllos quieren que sea, yo soy yo y punto, no hay más.
Todo esto viene por determinados acontecimientos acaecidos en las últimas semanas, tanto buenos como malos, que no han hecho otra cosa que reforzar esa necesidad que tengo de libertad absoluta y de independencia. No sólo porque la que se supone que es mi mejor amiga de toda la vida me dijese que no iba a hacer ni un sólo esfuerzo por aceptar que yo puedo tener una visión diferente de la vida, y que aún así no hace daño a nadie y es buena para mi, sino porque también he encontrado a alguien con un gran corazón y una gran cabeza, a la que quiero con locura y que no se cuánto va a durar, que más bien me inclino a pensar que poco.
Y ya, en la guinda de todo este pastel están mis padres y hermana. A mis padres, por razones que ya no se si he contado, nunca les he hablado de mi vida, y de mi intimidad y privacidad siempre les he contado más bien poco, simplemente porque no tengo ninguna necesidad de compartir nada con ellos por muchísimas razones. Pero bueno, el caso esque hace ya algunas semanas decidí contarles que, además de que también me gustan los tíos, tenía novio, y así ya me quitaba de encima el muerto de tener que estar inventándome cosas cada vez que quedaba con el señorito.
Pero el muerto se transformó en otro, y muy a pesar de lo que me dijeron, que me querían, y que querían que yo fuese feliz, etc. y que es algo que YA SE LO ESPERABAN, pues como que parece que ese "ya nos lo esperábamos" es más bien un "no tienes la cosas claras y estás confundido". Noto perfectamente la tensión que hay en el ambiente, densa como la mantequilla, haciendo como que todo va bien y que en realidad no pasa nada, porque al fin y al cabo el tiempo recoloca las cosas en su lugar.
Y esa tensión terminó explotando ayer, de forma muy breve pero reveladora, momento en el que me di cuenta que las cosas no eran un "vale, quieras o no, al fin y al cabo una noticia de estas se tarda en asimilar y las cosas estarán raras durante un tiempo hasta que lo digieran por completo", sino que son un "me están juzgando, y no es por mi, sino por lo que se supone que debería ser".
Todo esto se traduce en la siguiente situación: el churri, después de dos semanas de viaje vuelve, y como es lógico, quedamos para hablar, y solucionar nuestras cosillas y pasar tiempo juntos. Total, que llego a las 7 y media de la mañana a mi casa, hora de la que por supuesto, mis padres se enteran.
Al día siguiente, me voy a cenar con el futurible no-esposo, y les digo que me voy a cenar fuera, me preguntan que con quién y obviamente no miento. Por supuesto con el consiguiente gesto de desaprobación. Una imagen dice más que mil palabras. Y de repente, justo antes de salir por la puerta de mi casa, me coge mi padre y me dice:
- Padre: "Oye, una cosa, ¿tienes relaciones sexuales?" Así, sin vaselina, de forma absolutamente brusca, con un tono de reproche, como si me drogara.
- Moody: "Sí". Si he decidido no querer ocultar, no voy a decir que no. A veces las cosas sólo entran a martillazos, y me parece que esta vez va a tener que ser así.
- Padre: "Pues ya sabes, ten cuidadito". Y se retiró a sus aposentos cual rey de la Edad Media que ha mandado cortar la cabeza a su mensajero por traerle noticias que no quería escuchar.
No fue la típica conversación que tuvo con mi hermana, medio de cachondeo pero en serio sobre la necesidad de utilizar anticonceptivos, o lo que ya me dijo hace algunos años, que fue algo así como "si te subes a una chica, utiliza preservativo, que no quiero sorpresas", un poco con ese tono burlón que siempre utiliza. Esto fue completamente diferente. Otra vez bajo el dedo acusador que no pienso permitir que se imponga. El hecho de que no tenga con mis padres la relación que (otra vez) se supone que debería tener no significa que no sepa cómo pienan, qué piensan en cada momento y por qué piensan así.
Ya estoy cansado, muy cansado.
Los amigos son un tesoro que hay que guardar, cuidar y mantener vivo. Al final son lo único que me quedan.
Moody.
Durante toda mi vida he sido el niño mono de los ojos bonitos del que todo el mundo siempre esperaba algo y estaba sometido a complacer al resto del mundo. Niño bonito, niño pijito, niño listo. Niño siempre al servicio de los demás.
El caso esque por esa misma razón nunca he tenido una buena relación con mi familia. En mi casa las cosas se hacen como se supone que deberían hacerse, y todo el mundo tiene que ser lo que se supone debe ser, haciendo feliz a los demás antes que a uno mismo. Y por ello tengo esa sensación de desapego hacia mis padres e incluso mi hermana. Yo siempre he sido alguien diferente, me gusta hacer las cosas a mi manera, porque se que no soy tonto, soy consecuente con lo que hago, y lo que hago no hace mal a nadie. No soy lo que se esperaba que fuese. No encajo y punto.
Por eso mi gran apoyo siempre han sido mis bueno amigos antes que cualquier otra cosa, porque los amigos no juzgan, los amigos apoyan y están ahí para lo bueno y lo malo. No te dicen quién tienes que ser, sino que potencian tu personalidad, y están ahí para aconsejar y ayudar, no para imponer y restringirte. Yo ya estoy cansado, necesito hacer mi vida sin tener que estar sometido a un juez, que aunque no lo exprese, me va a estar juzgando silenciosamente. Estoy harto de que la gente intente que sea lo qllos quieren que sea, yo soy yo y punto, no hay más.
Todo esto viene por determinados acontecimientos acaecidos en las últimas semanas, tanto buenos como malos, que no han hecho otra cosa que reforzar esa necesidad que tengo de libertad absoluta y de independencia. No sólo porque la que se supone que es mi mejor amiga de toda la vida me dijese que no iba a hacer ni un sólo esfuerzo por aceptar que yo puedo tener una visión diferente de la vida, y que aún así no hace daño a nadie y es buena para mi, sino porque también he encontrado a alguien con un gran corazón y una gran cabeza, a la que quiero con locura y que no se cuánto va a durar, que más bien me inclino a pensar que poco.
Y ya, en la guinda de todo este pastel están mis padres y hermana. A mis padres, por razones que ya no se si he contado, nunca les he hablado de mi vida, y de mi intimidad y privacidad siempre les he contado más bien poco, simplemente porque no tengo ninguna necesidad de compartir nada con ellos por muchísimas razones. Pero bueno, el caso esque hace ya algunas semanas decidí contarles que, además de que también me gustan los tíos, tenía novio, y así ya me quitaba de encima el muerto de tener que estar inventándome cosas cada vez que quedaba con el señorito.
Pero el muerto se transformó en otro, y muy a pesar de lo que me dijeron, que me querían, y que querían que yo fuese feliz, etc. y que es algo que YA SE LO ESPERABAN, pues como que parece que ese "ya nos lo esperábamos" es más bien un "no tienes la cosas claras y estás confundido". Noto perfectamente la tensión que hay en el ambiente, densa como la mantequilla, haciendo como que todo va bien y que en realidad no pasa nada, porque al fin y al cabo el tiempo recoloca las cosas en su lugar.
Y esa tensión terminó explotando ayer, de forma muy breve pero reveladora, momento en el que me di cuenta que las cosas no eran un "vale, quieras o no, al fin y al cabo una noticia de estas se tarda en asimilar y las cosas estarán raras durante un tiempo hasta que lo digieran por completo", sino que son un "me están juzgando, y no es por mi, sino por lo que se supone que debería ser".
Todo esto se traduce en la siguiente situación: el churri, después de dos semanas de viaje vuelve, y como es lógico, quedamos para hablar, y solucionar nuestras cosillas y pasar tiempo juntos. Total, que llego a las 7 y media de la mañana a mi casa, hora de la que por supuesto, mis padres se enteran.
Al día siguiente, me voy a cenar con el futurible no-esposo, y les digo que me voy a cenar fuera, me preguntan que con quién y obviamente no miento. Por supuesto con el consiguiente gesto de desaprobación. Una imagen dice más que mil palabras. Y de repente, justo antes de salir por la puerta de mi casa, me coge mi padre y me dice:
- Padre: "Oye, una cosa, ¿tienes relaciones sexuales?" Así, sin vaselina, de forma absolutamente brusca, con un tono de reproche, como si me drogara.
- Moody: "Sí". Si he decidido no querer ocultar, no voy a decir que no. A veces las cosas sólo entran a martillazos, y me parece que esta vez va a tener que ser así.
- Padre: "Pues ya sabes, ten cuidadito". Y se retiró a sus aposentos cual rey de la Edad Media que ha mandado cortar la cabeza a su mensajero por traerle noticias que no quería escuchar.
No fue la típica conversación que tuvo con mi hermana, medio de cachondeo pero en serio sobre la necesidad de utilizar anticonceptivos, o lo que ya me dijo hace algunos años, que fue algo así como "si te subes a una chica, utiliza preservativo, que no quiero sorpresas", un poco con ese tono burlón que siempre utiliza. Esto fue completamente diferente. Otra vez bajo el dedo acusador que no pienso permitir que se imponga. El hecho de que no tenga con mis padres la relación que (otra vez) se supone que debería tener no significa que no sepa cómo pienan, qué piensan en cada momento y por qué piensan así.
Ya estoy cansado, muy cansado.
Los amigos son un tesoro que hay que guardar, cuidar y mantener vivo. Al final son lo único que me quedan.
Moody.
domingo, 4 de julio de 2010
El Orgullo
El Orgullo, en todos los sentidos.
Ayer estuve en el cierre del Orgullo Gay, que fue una pasada. La primera vez que voy, y no se cómo me he perdido esta fiesta años anteriores. Como el gran número de lectores (risas) de este blog taaaaan interesante (más risas) sabrá, mi lugar preferido es la Gran Vía de Madrid, y allí estaba ella abarrotada de gente de todo tipo, color y nacionalidad en medio de un fiestón espectacular y música por todos lados. Ahí que fui con mi novio, recién llegado de un viaje de 2 semanas y que pretende irse 3 días de viaje justo antes de no saber cuándo nos podremos volver a ver. Esto ya es por puro orgullo, o todo o nada. Quererme no es suficiente, hay que demostrarlo, y sobre todo habiendo un charco de por medio.
Y que rápido me ganó, y qué rápido me puede perder.
Y como ayer cantaba Kylie, que es un auténtico monstruo encima del escenario, "los amores que han pasado ya, no se comparan a ti", y en su mano está que se lo siga cantando a él o al próximo. Yo ya he puesto todas las cartas sobre la mesa, aunque siempre me guardo un as en la manga, por muy pequeño que sea. Ahora sólo me falta que el me enseñe las suyas.
Moody.
Ayer estuve en el cierre del Orgullo Gay, que fue una pasada. La primera vez que voy, y no se cómo me he perdido esta fiesta años anteriores. Como el gran número de lectores (risas) de este blog taaaaan interesante (más risas) sabrá, mi lugar preferido es la Gran Vía de Madrid, y allí estaba ella abarrotada de gente de todo tipo, color y nacionalidad en medio de un fiestón espectacular y música por todos lados. Ahí que fui con mi novio, recién llegado de un viaje de 2 semanas y que pretende irse 3 días de viaje justo antes de no saber cuándo nos podremos volver a ver. Esto ya es por puro orgullo, o todo o nada. Quererme no es suficiente, hay que demostrarlo, y sobre todo habiendo un charco de por medio.
Y que rápido me ganó, y qué rápido me puede perder.
Y como ayer cantaba Kylie, que es un auténtico monstruo encima del escenario, "los amores que han pasado ya, no se comparan a ti", y en su mano está que se lo siga cantando a él o al próximo. Yo ya he puesto todas las cartas sobre la mesa, aunque siempre me guardo un as en la manga, por muy pequeño que sea. Ahora sólo me falta que el me enseñe las suyas.
Moody.
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