lunes, 5 de julio de 2010

Y ahora qué

En fin, que no se si es por los biorritmos o porque las cosas me van, o bien, o mal, casi sin ningún tipo de excepción.
Durante toda mi vida he sido el niño mono de los ojos bonitos del que todo el mundo siempre esperaba algo y estaba sometido a complacer al resto del mundo. Niño bonito, niño pijito, niño listo. Niño siempre al servicio de los demás.
El caso esque por esa misma razón nunca he tenido una buena relación con mi familia. En mi casa las cosas se hacen como se supone que deberían hacerse, y todo el mundo tiene que ser lo que se supone debe ser, haciendo feliz a los demás antes que a uno mismo. Y por ello tengo esa sensación de desapego hacia mis padres e incluso mi hermana. Yo siempre he sido alguien diferente, me gusta hacer las cosas a mi manera, porque se que no soy tonto, soy consecuente con lo que hago, y lo que hago no hace mal a nadie. No soy lo que se esperaba que fuese. No encajo y punto.
Por eso mi gran apoyo siempre han sido mis bueno amigos antes que cualquier otra cosa, porque los amigos no juzgan, los amigos apoyan y están ahí para lo bueno y lo malo. No te dicen quién tienes que ser, sino que potencian tu personalidad, y están ahí para aconsejar y ayudar, no para imponer y restringirte. Yo ya estoy cansado, necesito hacer mi vida sin tener que estar sometido a un juez, que aunque no lo exprese, me va a estar juzgando silenciosamente. Estoy harto de que la gente intente que sea lo qllos quieren que sea, yo soy yo y punto, no hay más.

Todo esto viene por determinados acontecimientos acaecidos en las últimas semanas, tanto buenos como malos, que no han hecho otra cosa que reforzar esa necesidad que tengo de libertad absoluta y de independencia. No sólo porque la que se supone que es mi mejor amiga de toda la vida me dijese que no iba a hacer ni un sólo esfuerzo por aceptar que yo puedo tener una visión diferente de la vida, y que aún así no hace daño a nadie y es buena para mi, sino porque también he encontrado a alguien con un gran corazón y una gran cabeza, a la que quiero con locura y que no se cuánto va a durar, que más bien me inclino a pensar que poco.

Y ya, en la guinda de todo este pastel están mis padres y hermana. A mis padres, por razones que ya no se si he contado, nunca les he hablado de mi vida, y de mi intimidad y privacidad siempre les he contado más bien poco, simplemente porque no tengo ninguna necesidad de compartir nada con ellos por muchísimas razones. Pero bueno, el caso esque hace ya algunas semanas decidí contarles que, además de que también me gustan los tíos, tenía novio, y así ya me quitaba de encima el muerto de tener que estar inventándome cosas cada vez que quedaba con el señorito.
Pero el muerto se transformó en otro, y muy a pesar de lo que me dijeron, que me querían, y que querían que yo fuese feliz, etc. y que es algo que YA SE LO ESPERABAN, pues como que parece que ese "ya nos lo esperábamos" es más bien un "no tienes la cosas claras y estás confundido". Noto perfectamente la tensión que hay en el ambiente, densa como la mantequilla, haciendo como que todo va bien y que en realidad no pasa nada, porque al fin y al cabo el tiempo recoloca las cosas en su lugar.
Y esa tensión terminó explotando ayer, de forma muy breve pero reveladora, momento en el que me di cuenta que las cosas no eran un "vale, quieras o no, al fin y al cabo una noticia de estas se tarda en asimilar y las cosas estarán raras durante un tiempo hasta que lo digieran por completo", sino que son un "me están juzgando, y no es por mi, sino por lo que se supone que debería ser".

Todo esto se traduce en la siguiente situación: el churri, después de dos semanas de viaje vuelve, y como es lógico, quedamos para hablar, y solucionar nuestras cosillas y pasar tiempo juntos. Total, que llego a las 7 y media de la mañana a mi casa, hora de la que por supuesto, mis padres se enteran.
Al día siguiente, me voy a cenar con el futurible no-esposo, y les digo que me voy a cenar fuera, me preguntan que con quién y obviamente no miento. Por supuesto con el consiguiente gesto de desaprobación. Una imagen dice más que mil palabras. Y de repente, justo antes de salir por la puerta de mi casa, me coge mi padre y me dice:
 - Padre: "Oye, una cosa, ¿tienes relaciones sexuales?" Así, sin vaselina, de forma absolutamente brusca, con un tono de reproche, como si me drogara.
 - Moody: "Sí". Si he decidido no querer ocultar, no voy a decir que no. A veces las cosas sólo entran a martillazos, y me parece que esta vez va a tener que ser así.
 - Padre: "Pues ya sabes, ten cuidadito". Y se retiró a sus aposentos cual rey de la Edad Media que ha mandado cortar la cabeza a su mensajero por traerle noticias que no quería escuchar.

No fue la típica conversación que tuvo con mi hermana, medio de cachondeo pero en serio sobre la necesidad de utilizar anticonceptivos, o lo que ya me dijo hace algunos años, que fue algo así como "si te subes a una chica, utiliza preservativo, que no quiero sorpresas", un poco con ese tono burlón que siempre utiliza. Esto fue completamente diferente. Otra vez bajo el dedo acusador que no pienso permitir que se imponga. El hecho de que no tenga con mis padres la relación que (otra vez) se supone que debería tener no significa que no sepa cómo pienan, qué piensan en cada momento y por qué piensan así.

Ya estoy cansado, muy cansado.


Los amigos son un tesoro que hay que guardar, cuidar y mantener vivo. Al final son lo único que me quedan.

Moody.

No hay comentarios:

Publicar un comentario