domingo, 11 de julio de 2010

Ya no queda ná

A puntito estoy de terminar todo esto. Hoy es el último día que me queda con el mexicano,y ni siquiera va a ser entero. Otra razón más que me va a hacer todo un poquito más fácil.
Y mañana a Grecia, un crucero de una semana. Tengo ganas, muchas ganas, no por el viaje en sí, sino porque me va a servir para olvidar (o sobrellevar, como un calmante) y cerrar otro círculo de mi vida.
El otro día hablando con mi amigo E., me dijo que este último año he tenido mi propia explosión personal, es decir, ha sido una de "aquí estoy yo, ésta es mi vida y la voy a llevar como yo quiera".
Supongo que cuando empecé a perpetrar este blog ya estaba a mitad de camino de esta explosión personal, y todo este montón de posts absurdos me han servido como una especie de "vía de escape" para no reventar por dentro. Que sí, que me consideran una persona muy, muy fuerte, pero este último año ha sido particularmente intenso, en especial los últimos 3 meses.
Supongo que siempre he sido fuerte, y ahora lo se. He pasado por algunas cosas en mi vida sólo, o prácticamente sólo, porque si lo conseguía, podía conseguir cualquier cosa. Y así ha sido.

Desde los 17 años que me pasó algo, que nunca pienso contar porque hice un trato conmigo mismo de salir de ello yo sólo. Mi gran secreto. Hace unos años, cuando en mi casa las cosas se pusieron muy mal, todo con lo que me identificaba se vino abajo, y que se juntó con problemas en la universidad, y para colmo, perdí mucho, mucho peso (supongo que cualquiera se puede imainar a qué me refiero).

Y de todo ello he salido. A cada hostia, me he levantado más fuerte.

La vida, sí, vale, no es un camino de rosas. Pero todos esos inconvientes no nos hacen otra cosa más que avanzar y aprender, del mundo, de la gente, y sobre todo de nosotros mismos. Los problemas no son una mierda que nos jode la vida, estorban sí, pero hay que mirar lo que hay detrás de ellos. Son retos personales que tienen el objetivo de encontrar el equilibrio mental y emocional. Su superación nos hace tomar el control de nuestras vidas y nuestra mente. Su superación nos libera de cadenas que nos estrangulan. Y por qué no, nos hacen estar un poquito más cerca de la felicidad.

Y sí, sigo triste y jodido. Pero de ésta también salgo.

Moody.

No hay comentarios:

Publicar un comentario