jueves, 25 de marzo de 2010

Fobias minúsculas

Aquí el señorito Moody, sumido en una situación a medias enclaustramiento, a medias secuestro universitario (oficialmente paso más tiempo en la mierda de mi universidad que en mi casa), ha conseguido escaparse un ratillo del desorden lógico de sus "apuntes" (por llamarlos de alguna forma) para retomar ese sano propósito que asumió de escribir una mierda de blog y plasmar en él sus paridas mentales.

Hoy he vuelto a recordar una de esas pequeños miedos que me asombran por el simple hecho de tenerlos: aracnofobia y fobia a todo bicho pequeño, y si tiene alas y vuela, peor aún.

Todo ésto viene a cuenta porque, hoy por la mañana, mientras tiranizaba a mi padre (hay días que me lleva a clase en coche) a las 7 de la madrugada, escuchábamos la radio y manteníamos los ojos abiertos sujetándonos los párpados a las cejas con superglue, una arañita del tamaño de cerebro de un concursante de Gran Hermano empezo a descender lentamente del techo del coche a escasos 30 centímetros de mi cara de zombie mañanera.
 - Mi reacción: un bote tal que me estampé la cabeza contra el techo y un grito de pavor como si me estuviese persiguiendo Rossi de Palma.
 - Desenlace: Moody temblando como un gilipollas y mi padre al borde del infarto pensando que había atropellado a alguien y no se había dado cuenta.

La madre que me parió... y yo que soy de los que me acerco a jugar hasta con los perros que son más grandes que yo, asustándome por un bichomierda.

Y cambiando un rato de tema, ahora mismo estoy como si me hubiesen clavado un puñal en la espalda. Y no me esperaba ni remotamente que alguien me pudiese faltar al respeto tanto, haciendo públicos determinados detalles que se supone deben quedar entre dos personas. Al menos yo tengo la decencia de ir de frente.

Pero bueno, estas cosas pasan, y así es la vida, que lo que no nos mata nos hace más fuertes.
No pienso darle más importancia.

Moody.

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