En esta ocasión la Cenicienta no es una pobre chica maltratada por su cruel madrastra, ella vive en un pisito en la gran ciudad.
Cenicienta no lleva zapatos de cristal de tacón de aguja, sino unas zapatillas normales y corrientes que se compró en las rebajas.
Ni viaja al palacio en un carroza de calabaza tirada por bellos corceles, ella se va a la discoteca de moda en autobús.
Y no vuelve a su casa en una carroza tirada por ratoncitos, regresa en el metro.
Pero la Cenicienta de hoy sigue teniendo que regresar antes de medianoche.
Y Cenicienta no perdió un zapato de cristal, porque no tenía. Pero sí perdió una zapatilla en Plaza Castilla.
Y alguién la encontró en Moncloa, junto a un libro de universidad que le podría dar una pista de dónde encontrar al propietario de tales valiosos objetos.
¿Volverá Cenicienta a tener su zapatilla? ¿El desconocido encontrará a Cenicienta para devolverle su zapatilla y su libro?
Moody.
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