Su música y apariciones en público han dado la vuelta al mundo, tiene miles de fans y ha vivido muy de cerca todo el mundo de las drogas.
Este personaje no es ni más ni menos que... EL MOÑO DE AMY WINEHOUSE.
Amy Winehouse es esa chica (o lo que queda de ella) que actualmente está más perdida que Marco el Día de la Madre y que ha hecho dos discos que te cagas, se agarra unos pedos de órdago, se acaba de operar las tetas y tiene un talento natural para cantar e introducirse varios tipos de sustancias tóxicas a la vez en el cuerpo.
Peeeeeeeero, todos sabemos que Amy no sería Amy sin su moño, ese moño que si pudiese hablar seguramente diría "estoy hasta el moño de la tronca esta, yo nací para ser peluca de Elizabeth Taylor, cualquier día de estos me rebelo, cojo el farmatint, me tiño de amarillo pollo y me paso a la cabeza de Nicole Kidman que está más calva que el chichi de Paris Hilton". Y esque el moño de Amy es así de fino, como su vecina de abajo.
Amy debe todo a su moño porque sino:
- Nadie la conocería. Nadie diría eso de "coño! ¿qué cojones lleva esta en la cabeza? ¿un nido de avestruz?"
- No hay mejor sitio para esconder sustancias ilegales como los porros y la botella de absenta.
- No tendría altura suficiente para montarse en las atracciones de Port Aventura.
- Ya se abría abierto la cabeza 438 veces de las galletas que se mete cuando está borracha.
- No podría esconder las botellas de whisky cuando aparecen los paparazzi.
- Se vería aún más el jeto que se le queda despúes de ir de farra.
Aún así, el moño me da algo de penita. ¿Os imagináis como tendría que ser ver a Amy en pelotas por la mañana después de una noche intensa de fiesta? Tiene que ser algo difícil de digerir. Ya me imagino la conversación:
Amy: ¡Por Dios! ¡Qué resaca! Creo que me sentó mal el yogur que me tomé después de cenar...
Moño: Claro que sí guapa, eso y la media botella de vodka con que lo mezclaste antes de salir de casa, las 13 copas de whisky que te metiste en el bar y los 5 porros que te fumaste a la vez.
Amy: Que no coño, que eso no fue, seguro que fue el yogur. Y cállate un rato, que me duele todavía el golpe que me di en la cabeza.
Moño: Pero tu que dices, so gilipollas, si te caíste encima mío. Si no llega a ser por mí te habrías quedado más tonta de lo que estás, so penca. Además, te caíste justo al lado de un chicle y casi se me queda pegado. Y eso no se va ni con Cillit Bang.
Amy: Me tienes hasta la raya del ojo. Todo el día quejándote: que si Amy no me peines con el cepillo que te encontraste en la basura, que si Amy cuidado que el techo es bajo y me vas a convertir en ensaimada, que si Amy estoy harto de esconderte la botella de whisky. ¡O te callas, o te echo laca de la mala!
Moño: Vaya existencia más triste la mía...
Por favor, rezad por el pobre moño. Según me han contado, el moño quiso denunciar la situación, pero no pudo porque en la comisaría los policías le dijeron que no les tomase el pelo.
El moño necesita ayuda (y posiblemente un buen champú revitalizante).
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Moody.
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